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Erosión dental: causas modernas que no conocías.

La erosión dental es un problema silencioso, pero cada vez más común. No duele al principio, no deja manchas visibles como una caries… pero poco a poco va debilitando el esmalte, haciendo que los dientes se vuelvan más sensibles, más opacos y, en algunos casos, hasta más cortos o desgastados. Lo curioso es que muchas de las causas no tienen que ver con una mala higiene, sino con hábitos y productos que usamos todos los días sin darnos cuenta.


Causas de la erosión dental

Durante mucho tiempo se pensó que el desgaste dental solo era cosa de la edad o de personas con problemas severos de bruxismo. Sin embargo, hoy sabemos que la erosión del esmalte puede presentarse incluso en adolescentes o adultos jóvenes, y gran parte de ello se debe a nuestro estilo de vida moderno. Bebidas, alimentos, medicamentos e incluso rutinas saludables están cambiando la forma en que nuestros dientes envejecen.


Por ejemplo, una de las causas más comunes hoy en día es el consumo frecuente de bebidas ácidas. Refrescos, jugos industriales, aguas saborizadas, vino, café, bebidas energéticas o incluso el agua con limón (tan popular en las rutinas de bienestar) pueden alterar el pH de la boca y debilitar el esmalte con el tiempo. No se trata de dejar de tomarlas, pero sí de hacerlo con moderación y de forma más “inteligente”: evitar cepillarse justo después de consumirlas, beber con popote o acompañarlas con agua natural para neutralizar los ácidos son medidas simples que pueden marcar una gran diferencia.


Pero no todo viene de lo que bebemos. Algunos medicamentos también pueden provocar erosión dental, sobre todo los que reducen la producción de saliva, como los antihistamínicos o los antidepresivos. La saliva cumple un papel fundamental en la protección natural de los dientes, ya que ayuda a equilibrar el pH y remineralizar el esmalte. Cuando esta defensa natural disminuye, los dientes quedan más expuestos a los ácidos, incluso los que provienen de los alimentos cotidianos.


A esto se suman ciertos hábitos modernos que, aunque parezcan inofensivos, también pueden acelerar el desgaste. Cepillarse con demasiada fuerza, usar pastas blanqueadoras abrasivas o enjuagues con alto contenido de alcohol, e incluso masticar con frecuencia alimentos duros como hielo o semillas, contribuyen a la erosión sin que lo notemos. Lo mismo ocurre con los desórdenes alimenticios o el reflujo gástrico, que exponen los dientes de manera repetida a los ácidos del estómago.


Erosión dental

El resultado, con el tiempo, son dientes más sensibles al frío y al calor, un color más amarillento (ya que el esmalte se vuelve más delgado y deja ver la dentina) y una textura más opaca. En algunos casos, también pueden aparecer microfisuras o bordes irregulares que alteran la estética de la sonrisa. La buena noticia es que, si se detecta a tiempo, la erosión dental puede controlarse y, en muchos casos, revertir parte del daño con tratamientos mínimamente invasivos.


Hoy en día existen opciones como los selladores protectores, los barnices de flúor o las carillas de resina inyectada, que pueden devolverle fuerza y brillo al esmalte sin desgastar el diente original. Pero lo más importante es identificar la causa del problema: no sirve de mucho tratar el daño si los hábitos que lo provocan siguen presentes.


Por eso, si notas sensibilidad dental, cambios en la forma o color de tus dientes, o si consumes con frecuencia bebidas o productos ácidos, lo mejor es acudir a una revisión profesional. Un diagnóstico temprano puede ahorrarte tratamientos complejos en el futuro y ayudarte a conservar una sonrisa sana, fuerte y natural por muchos años más.


Por qué se desgastan los dientes

Recuerda: tus dientes no se desgastan “porque sí”. Cada pequeño cambio en el esmalte tiene una razón, y conocerla es el primer paso para detenerla.


Agenda tu cita con nosotros y descubre cómo proteger y fortalecer tu sonrisa desde hoy.

 
 
 

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