Microfiltración en carillas dentales: qué es y cómo evitarla
- Dra. Danaeé Moreno

- 7 oct
- 3 Min. de lectura
Cuando pensamos en carillas dentales, lo primero que viene a la mente es una sonrisa blanca, pareja y atractiva… pero como todo tratamiento odontológico, no está libre de ciertos riesgos si no se cuida correctamente. Uno de los problemas que puede aparecer con el tiempo es la microfiltración en carillas dentales, un término que quizá suena muy técnico pero que en realidad se traduce en algo sencillo: un espacio indeseado entre la carilla y el diente natural.
Este espacio, aunque microscópico, puede convertirse en la puerta de entrada para bacterias, manchas o incluso problemas más serios como caries. La buena noticia es que no es algo inevitable y, con los cuidados correctos, se puede prevenir para mantener tus carillas en perfecto estado durante años.

¿Qué es exactamente la microfiltración?
Imagina que la carilla funciona como una “cáscara” muy fina que recubre la parte visible de tu diente. Para que luzca natural y no se note, se cementa de manera precisa al esmalte. Pero si esa unión no es completamente hermética (ya sea por una mala técnica, desgaste del material, hábitos dañinos o incluso por no acudir a revisiones periódicas), se genera un microespacio. Ese hueco microscópico es lo que conocemos como microfiltración.
Aunque a simple vista puede que no lo notes, con el tiempo la microfiltración puede provocar problemas visibles: desde cambios de color en el borde de la carilla hasta caries ocultas bajo la superficie.
¿Por qué ocurre la microfiltración?
Hay varias razones que pueden llevar a que esto suceda. A veces se relaciona con una colocación incorrecta desde el inicio, otras con el desgaste natural del cemento usado para fijar la carilla, y en algunos casos con hábitos poco saludables como morder objetos duros, rechinar los dientes (bruxismo) o incluso descuidar la higiene oral.
Otro factor importante es el tipo de material: las carillas de porcelana, por ejemplo, suelen tener menor riesgo de microfiltración en comparación con las de resina, aunque todo depende de la técnica y del cuidado posterior.
¿Cómo se puede evitar?
Lo primero es asegurarte de que tu tratamiento sea realizado por un especialista en estética dental que trabaje con técnicas actualizadas y materiales de alta calidad. La experiencia del odontólogo es clave para que la carilla quede perfectamente adaptada y con una unión duradera.
Después, el mantenimiento es tu mejor aliado: una rutina de cepillado cuidadosa, uso de hilo dental y visitas periódicas al dentista (al menos cada seis meses) permiten detectar a tiempo cualquier señal de microfiltración. Si además evitas hábitos dañinos como morder hielo, abrir objetos con los dientes o rechinar por las noches (para esto último, a veces se recomienda el uso de férulas), el riesgo se reduce notablemente.

¿Qué pasa si ya tengo microfiltración?
No todo está perdido. Si notas un cambio de color en los bordes de la carilla, molestias o sospechas que algo no va bien, lo ideal es acudir cuanto antes al dentista. Dependiendo del caso, puede bastar con un retoque y recementado o, en situaciones más avanzadas, con la sustitución de la carilla afectada. Actuar rápido es fundamental para evitar complicaciones más serias en el diente natural.
Las carillas dentales son una inversión en tu sonrisa, y como toda inversión, merecen cuidados para que el resultado dure y se vea impecable. La microfiltración no es algo inevitable: con una buena técnica desde el inicio, revisiones periódicas y hábitos saludables, tus carillas pueden lucir tan bien como el primer día durante muchos años.
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